Prudencio Ortiz de Rozas - biografia |
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Gral .Prudencio Ortiz de Rozas |
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Propiedad de su chozno Prudencio Martínez Zuviría. |
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Óleo de José RoldánCa, pintado en Sevilla, 1855. |
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La familia Ortiz de Rozas, llega a las orillas del Plata a mediados del siglo XVIII. | ||
Don Domingo Ortiz de Rozas, Teniente General de los Ejércitos Reales, es nombrado por el Rey de España, como Gobernador y Capitán General de Buenos Aires llegando a ésta a bordo del navío francés “El lis”, el día 12 de junio de 1742. Nueve días después toma posesión de su cargo. El hijo de su hermano Bartolomé, Caballeros ambos de la Orden de Santiago, también de nombre Domingo Ortiz de Rozas es a la sazón designado, edecán de su tío, siendo destinado como Capitán del Batallón de Infantería Antigua de Buenos Aires, el 5 de noviembre de 1741. Tres años después el Gobernador Ortiz de Rozas, es nuevamente mandado por el Rey como Capitán General de la Real Audiencia de Chile, entregando el mando a su sucesor, don José de Andonaegui, el 22 de noviembre de 1745. Tiempo después sería agraciado por el Rey de España con el título de Conde de Poblaciones. Mientras tanto, su sobrino carnal, el Capitán don Domingo Ortiz de Rozas sienta reales en Buenos Aires y el 10 de abril de 1759 contrae matrimonio con doña Catalina de la Cuadra. Un sobrino del Gobernador Ortiz de Rozas, el General Francisco María Solano y Ortiz de Rozas, Marques del Socorro, gobernador de Cadiz, es asesinado por una turba en esa ciudad, siendo defendido ese día por su edecán, el joven oficial don José de San Martín. Del matrimonio de D. Domingo y doña Catalina nació León Ortiz de Rozas, el 11 de abril de 1760, quien siete años después ingresa como Cadete del Batallón de Infantería Antigua de Buenos Aires, teniendo una impecable carrera militar, habiendo intervenido en la Reconquista de Buenos Aires (1806) y la Defensa de la misma (1807). Obteniendo en 1809 su retiro del servicio de las armas. |
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D. León Ortiz de Rozas contrajo matrimonio en esta ciudad el 30 de septiembre de 1790, con la joven Agustina Josefa Teresa López de Osornio, hija del Comandante General de Campaña y rico estanciero don Clemente López de Osornio, muerto por los indios junto a su hijo Andrés en un malón que asoló su Estancia El Rincón, el 13 de diciembre de 1783. |
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El matrimonio de D. León y Dña
Agustina tuvo veinte hijos, de los cuales sobrevivieron diez, ellos
fueron:
Don Juan Manuel que se casó con
Encarnación de Ezcurra.
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De todos ellos, D. Prudencio, nació en la ciudad de Buenos Aires, el día 28 de abril de 1800, recibió el óleo y crisma al otro día de nacer con los nombres de Prudencio Domingo del Corazón de Jesús, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Recibió una educación esmerada, igual a la que recibían todos los niños de familias distinguidas del Buenos Aires de esa época. A principios del verano, comenzaban los preparativos para pasar una larga temporada en la vieja estancia del Rincón de López. Los viajes duraban varios días, eran duros, existiendo muchos peligros, se viajaba en galera, la que era manejada por un diestro cochero de confianza, detrás venían las carretas con grandes ruedas, en donde iba el personal de servicio y el equipaje, por último estaban los postillones a caballo que generalmente eran indios o mestizos, que hacían una suerte de guardia y de paso llevaban los animales de recambio. Con el olor de los campos y la libertad de la pampa, entre los verdes pastos, creció el niño Prudencio, quién juntamente con su hermano Gervasio recorrían a caballo las grandes extensiones del Rincón mientras aprendían las duras faenas del campo. Su hermano Juan Manuel a partir de 1811, administraba la heredad. Los viajes al Salado dependían mucho del tiempo y del camino, pasando por la guardia militar de Chascomús se llegaba al Rincón. |
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Habiendo dejado la administración de los campos Juan Manuel, don León llevó a su hijo Prudencio al Rincón a efectos de que los ayudase en la difícil tarea del manejo del mismo. Pero Prudencio sintiendo vocación por las armas, siguió el ejemplo de sus mayores, y se hizo soldado, su vida es una sucesión de hechos militares, vivió combatiendo contra el indio o contra los enemigos de la Federacion. En 1826 lo encontramos como Teniente y Teniente 1° del Regimiento 3 de Milicia Activa de Caballería a cargo de un destacamento que guarnecía el fuerte de la Ensenada de Barragán. Interviene en varios combates, entre otros en la toma de San Miguel del Monte, combate de las Vizcacheras, acción de las Pajas, asistió al Combate del Puente de Márquez, estuvo en la acción de San José de Flores, tomó parte activa de la campaña contra Lavalle y contra el Gral. Paz, y comandó a las tropas federales en la Batalla de Chascomús. El 12 de febrero de 1823 contrae matrimonio con una joven de una distinguida familia de Buenos Aires, llamada Catalina de Almada. En 1830, dos años antes de la fundación del pueblo del Azul, funda una estancia fortín llamada Santa Catalina, la que llegó a tener 27 leguas de los mejores campos del Azul, en ella tuvo su asentamiento el 6° de Caballería, bajo su mando. |
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En un censo de propietarios, levantado en 1839, Prudencio Ortiz de Rozas, declaraba tener 27.000 vacunos, 2800 lanares y 770 yeguarizos. La estancia Santa Catalina estaba defendida por tres hileras de zanjas de tres varas ancho por otras tantas de profundidad, con una extensión de dos cuadras de largo. Por el otro costado, lo limitaba el arroyo azul y un pequeño afluente que desembocaba allí mismo. Entre estos causes de agua, se hallaba el primitivo casco, construido de ladrillos y techo de azotea. El 21 de febrero de 1831, el Coronel Ortiz de Rozas dirige una proclama desde Chascomús a los carabineros para formar la base del Regimiento 6° de Caballería, al emprender la marcha contra el Gral. Paz. En 1833, reúne numerosas fuerzas al Sur de la Provincia, con las que se aproxima a la ciudad de Buenos Aires, siendo éste uno de los núcleos del llamado “Ejército Restaurador de las Leyes”, teniendo encuentros armados en los arrabales de la ciudad, después de la renuncia de Balcarce y la asunción de Viamonte, el Gral. Agustín de Pinedo y el Coronel Prudencio Ortiz de Rozas, hacen su entrada triunfal al día siguiente en la ciudad con 6000 jinetes y 1000 infantes, el 18 de noviembre el Coronel Ortiz de Rozas despachó a los Regimientos 5° y 6° de Milicias de Caballería de Campaña de su inmediato comando, cuerpos que el 25 del mismo mes llegan a Chascomús lugar de sus acantonamiento. En los siguientes años, su vida transcurre entre Buenos Aires, la guardia del Salto, donde permanece a cargo de la línea de frontera, el Azul y Chascomús. |
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El 20 de mayo de 1839, el Coronel Ortiz de Rozas le manda una carta a su hermano Don Juan Manuel: |
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“Hermano de mi aprecio. He sido invitado por el Juez de Paz de Chascomús para asistir a las funciones el 25 del presente, pues los vecinos de aquel pueblo se proponen solemnizar el aniversario del gran mes de mayo. Yo pienso ir si no tengo algún inconveniente y al mismo tiempo pasaré a la boca del Salado y daré algunas instrucciones a Olmos, que son muy escasos los conocimientos que tiene, y tomaré todas las medidas que estén a mis alcances, aguardo tu contestación para aprontarme o no. Es todo tuyo tu hermano. Prudencio Ortiz de Rozas PD.Un ayudante que he propuesto para capitán quisiera mandarlo instruir la milicia a la boca del Salado, pero seria bueno que fuese de capitán para que pueda mandar los oficiales”
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D. Juan Manuel de Rozas, tenía conocimientos desde hacía un tiempo, que se estaba gestando un movimiento revolucionario en la campaña de Buenos Aires, el que estaba combinado con la conjuración de Maza, es más, pocos meses antes de la insurrección, recibió una carta del Gral. D. José de San Martín, escrita desde Grand Bourg, y fechada el 10 de junio de 1839, en donde el viejo soldado de la Independencia le decía: |
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“Grand Bourg, a 7 leguas de Paris, 10 de Junio de 1839. Excmo. Sr. Capitán General. D.Juan Manuel de Rosas. Respetable General y Señor Es con verdadera satisfacción que he recibido su apreciable del 24 de enero del corriente año; ella me hace más honor de lo que mis servicios merecen, de todos modos la aprobación de éstos por los hombres de bien es la recompensa más satisfactoria que uno puede recibir. Los impresos que Ud. ha tenido la bondad de remitirme, me han puesto al corriente de las causas que han dado margen a nuestra desavenencia con el gobierno francés: confieso a Ud., apreciable general, que es menester no tener el menor sentimiento de justicia, para mirar con indiferencia un tal abuso del poder; por otra parte, la conducta de los agentes de este gobierno, tanto en este país como en la banda oriental, no puede calificarse sino dándosele el nombre de verdaderos revolucionarios, ella no pertenece a un gobierno fuerte y civilizado; pero es que ni en la Cámara de los Pares, ni en la de Representantes no ha habido un solo individuo que haya exigido del Ministerio la correspondencia que ha mediado con nuestro gobierno, para proceder de un modo tan violento como injusto, esta conducta puede atribuirse a un orgullo nacional, cuando puede ejercerse impunemente contra un estado débil o a la falta de experiencia en el gobierno representativo y a la ligereza proverbial de esta nación; pero lo que no puedo consentir es el que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española; una tal felonía ni el sepulcro la puede desaparecer. Deseo a Ud. acierto en todo y una salud cumplida, igualmente el que es sinceramente su afecto servidor y compatriota. José de San Martín
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El libertador veía desde la misma Francia, la traición a la patria, en la
que estaban insertos los conjurados, aliados a la escuadra francesa, no
nos olvidemos que desde el mes de junio de 1838, Francia le había
declarado la guerra a la Confederación Argentina, bloqueando sus puertos y
tomando por la fuerza la isla de Martín García, heroicamente defendida por
el joven oficial Jerónimo Costa. El Restaurador, sabía de todo esto, por
lo que decidió tomar los recaudos necesarios, y enviar armas, municiones y
buenas caballadas a los jefes militares de los departamentos de campaña:
al Gral. Pacheco, que mandaba en el norte, al Cnel. D. Prudencio Ortiz de
Rozas (su hermano) que estaba en Azul, al Cnel. Del Valle en Tandil, ,al
Cnel. Granada, jefe accidental en Azul situado en Tapalqué, al Cnel.
González en Monte, al Cnel. Quesada en Mulitas, al Cnel. Ramirez en Morón,
y al Cnel. Aguilera que estaba en San Vicente, dándoles la orden de que
estuvieran listos a la primera señal, tal como lo estuvieron cuando
estalló el movimiento en la ciudad de Dolores. |
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El día 6 de noviembre D. Prudencio acampó con toda la División a su mando en el paso del Salado, llamado del Venado en la parte interior, donde comió la tropa, y tomando caballos de diestro, levantó el campo y se puso en marcha después de oraciones. Mientras las fuerzas de los Coroneles Ortiz de Rozas y Granada, vivaqueaban junto a sus tropas, a la orilla del Salado y a pocas leguas de Chascomús, Crámer, Marquez, Mendiola, Rico, Villarino, Lacasa, junto a los Ramos Mejía, Castelli y otros más, eran agasajados con una velada danzante, en la que corrieron los brindis por la futura victoria de las fuerzas revolucionarias. |
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Ya entrada la noche, la que fue bastante obscura, sumamente tormentosa y ventosa, el Cnel. Ortiz de Rozas, se dirigía en dirección a la villa del pueblo de Chascomús; por distintos conductos tenía informaciones que allí se encontraban los sublevados al Gobierno de su hermano, D. Juan Manuel de Rozas, según las últimas noticias recibidas se hallaban acampados en número de mil quinientos hombres cerca de la estancia del Juez de Paz de Chascomús, D. Felipe Girado, como media legua al sud del Pueblo. |
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Calculando su marcha a fin de sorprender a los enemigos, el Cnel. Ortiz de Rozas dispuso las fuerzas de su mando por escalones del siguiente modo: Toda la fuerza de línea formó en escalones al mando del mismo, los de la izquierda al mando del Coronel Graduado D. Manuel del Carmen García, los del centro al mando del Sargento Mayor Graduado D. Florencio Villanueva, los de la derecha al mando del Tte. Cnel. Efectivo D. Ramón Bustos, edecán del Restaurador, y a la derecha los indios amigos y varios milicianos voluntarios al mando del Sr. Cnel. D.Ventura Miñana, mientras que los escalones de reserva se encontraban al mando del Sr. Cnel. D. Nicolás Granada; en esa actitud y después de colocadas las guerrillas necesarias al centro y costados, siguió la marcha el ejército federal en dirección al lugar indicado anteriormente, no encontrando en su camino más fuerza que cinco milicianos al cuidado del ganado que tenían encerrado en el corral del Sr. Girado. Por las declaraciones de estos, se supo donde se hallaban los enemigos, siguiendo el Cnel. D. Prudencio Ortiz de Rozas su marcha a inmediaciones del pueblo de Chascomús, dando vuelta hacia el campo enemigo, tomando en esta marcha un miliciano pasado y dos paisanos sin armas que discordaban en sus declaraciones, pues unos decían que los unitarios se había marchado al Monte y otros que no, que estaban acampados en las inmediaciones del pueblo, sobre la laguna, hacia el lado del camino de Ranchos, y creyendo que los enemigos se hubiesen marchado la tarde anterior para el Monte, el Cnel. Ortiz de Rozas, mandó una partida para que sacase del pueblo al Juez de Paz, inmediatamente supo por una de las partidas descubridoras, que los enemigos se hallaban en el lugar expresado; efectivamente, a poco de andar, descubrieron las guerrillas rosistas a la fuerza enemiga y reconocida la misma por D. Prudencio, ordenó el mismo, que siguiese la marcha de la división al trote, permaneciendo el enemigo en su posición, formados en batalla; una de las guerrillas federales de la izquierda rompió el fuego sobre otra de la derecha enemiga, que siendo cuatro veces superior en número, al romperse el fuego, se puso en movimiento el enemigo, siendo obligada a volver caras la guerrilla federal, el Cnel. Ortiz de Rozas, mandó protegerla mientras hallaba la oportunidad de cargar. |
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En ese momento el Cnel. D. Prudencio Ortiz de Rozas se puso a la cabeza de los primeros escuadrones, dirigiéndole a sus tropas las siguientes palabras: “Soldados fieles a la Patria, preparaos a pelear, ahí teneis a esos salvajes unitarios, ellos son cobardes, he contado con vosotros soldados y compañeros de armas para salvar a la Patria, nuestra querida tierra: entre esas filas enemigas hay innumerables paisanos federales amigos de nuestro Restaurador D. Juan Manuel de Rozas y míos, ellos son engañados y por la fuerza han podido estar con esos malvados, pero los abandonaran, se unirán a nosotros y las consideraciones con que sean tratados los consolaran de una decisión que no han merecido. Soldados, mi divisa es honor y fidelidad que sea esta también la vuestra, con ella y la ayuda de Dios vamos a triunfar”. |
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El Cnel. Ortiz de Rozas, sabía que muchos de los soldados del 5° Escuadrón del Regto. N°6 (del que era Comandante en Jefe) de milicias de Caballería de campaña al mando del Tte. Cnel. D. Juan Francisco Olmos, el que se encontraba encargado de guarnecer la boca del salado de los barcos bloqueadores, no estaban de acuerdo con el levantamiento, prueba de ello, es la desconfianza que le tenía D. Prudencio a Olmos, como hemos podido ver en la carta mencionada más arriba que le enviara a su hermano D. Juan Manuel, y no le faltaba razón, ya que la actitud traidora del Tte. Cnel. Olmos evidenciaba la desconfianza manifiesta contra el, enseguida se tocó a la carga por orden del Cnel. Ortiz de Rozas y como le pareciese al nombrado que se retardaba la derrota de los sublevados mandó tocar por segunda vez a la carga. El enemigo sufrió y dio varias cargas, pero destrozada su izquierda, la mayor parte de los sublevados se precipitó a la laguna, buscando en ella su salvación, ya que de otro modo no la hallarían, parte de los sublevados huyó al pueblo donde fueron perseguidos. Cuando el Cnel. Manuel L.Rico dio la orden de cargar a la segunda compañía del Regimiento de Olmos, la misma se negó a entrar en batalla contra sus propios compañeros federales, y su Capitán D. Francisco Javier Funes, levantó su sable con un pañuelo blanco atado en su punta en señal de rendición. El centro y la derecha enemiga, ya desordenada sólo trató de huir pero como no podía volver casas, porque la reserva federal, al mando del Cnel. Nicolás Granada, les había tomado la retaguardia, y no pudiendo volver hacia el pueblo por impedírselo unos zanjones de las quintas del mismo pueblo, atropellaron ya de un modo desordenado en un grupo muy considerable, llevándose en su fuga envueltos varios soldados de un escalón federal que no pudiendo resistir la velocidad y empuje con el que fueron penetrados, no tuvo más designio que fugar, desordenando en su fuga, también a algunas de las caballadas rosistas. El número de cadáveres enemigos de que estaba sembrado el campo de batalla, el no ver la derecha federal que perseguía la izquierda enemiga dentro de la laguna, el estar dueño del campo de batalla y que la izquierda, centro y reserva se hallaban muy distantes del campo de batalla en persecución de los enemigos, hizo que el Cnel. D. Prudencio Ortiz de Rozas, mandase tocar reunión por varias ocasiones, hasta que logró reunir las fuerzas, menos algunos que por estar muy embebidos persiguiendo al enemigo no se pudieron reunir hasta mucho después. Algunos soldados de línea y milicia de las caballadas, abrumados con el gran grupo de enemigos, los creyeron victoriosos en los primeros momentos, incorporándose casi todos luego de la batalla, siendo el resultado de esta victoria que duró como tres horas, más de doscientos cincuenta muertos y más de quinientos entre pasados y prisioneros. Entre los primeros se encontraron los cadáveres del francés Ambrosio Crámer, que hacia de Gefe del Estado Mayor de la fuerza enemiga, el de Zacarías Marquez, Capitán de Milicias que hacía de Coronel, el del Capitán de milicias José Mendiola que hacía de Comandante de Escuadrón, el de D. Domingo Lastra y su hijo, el del Tte.1° de milicias D. Vicente Belazquez, el de D. Antonio Laredo, el de un francés llamado Juan, una bandera que fue remitida a D. Juan Manuel, tres carretillas de á caballo, gran cantidad de caballadas, muchos fusiles, tercerolas, lanzas y sables. Mientras que las tropas federales tuvieron tres soldados de línea y cuatro milicianos muertos y como quince heridos, entre ellos el Sargento Mayor Graduado D. Florencio Villanueva, y el Tte. D. Crisostomo Alvarez, levemente, tanto que los nombrados Oficiales no dejaron de hacer sus servicios, luego de la batalla. |
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La División federal constaba entre Jefes y Oficiales de sesenta y un hombres entre los cuales no hubo ningún muerto. |
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En el parte de batalla que eleva el Cnel. D. Prudencio Ortos de Rozas a su hermano D. Juan Manuel, fechado en el Campamento en las inmediaciones de Dolores, el 11 de Noviembre de 1839, dando cuenta de la acción conseguida contra los salvajes unitarios en la villa de Chascomús, al finalizar el mismo, hace mención especial, cumpliendo con el deber que le imponía su obligación, en recomendar a S.E. el Gobernador, el valor y la heroica decisión federal con que se ha distinguido el benemérito Cnel. D. Nicolás Granada, el de igual clase. D. Ventura Miñana, el Sargento Mayor Graduado D. Manuel del Carmen García, el Tte. Cnel. D. Ramón Bustos, seis ayudantes de campo, el Tte .Cnel. D. .José Ramón de Isla, D. Pedro Rosas y todos los demás Jefes Oficiales y tropa de esta virtuosa y valiente División, llenando todos con bravura y energía y haciéndose acreedores á la consideración del Superior Gobierno y de todos los hombres libres del mundo de Colón. |
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Terminada la batalla, el Cnel. D. Prudencio Ortiz de Rozas, en fiel cumplimiento de la orden emanada de su hermano, liberó a los paisanos prisioneros, a quienes les dijo: que el Gobernador D. Juan Manuel de Rozas, prefería creer que habían sido engañados y obligados por la fuerza, a castigarlos como rebeldes y traidores unidos a los Franceses que hostilizaban la República, y que se retiraran a sus respectivos domicilios, teniendo presente que el gobierno estaba resuelto a hacer uso de todos los medios que estaban en sus manos para conservar el orden público, a pesar de los ataques que le llevaban sus enemigos interiores y exteriores |
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La rapidez con que fue sofocada la rebelión (nos sigue diciendo Saldías) sin hacer uso de otros recursos que los que reunió en los primeros momentos el Cnel. Ortiz de Rozas, mostró que ella no tenía la importancia que al principio se le atribuía. Y el haber reproducido colectivamente los que la llevaron a cabo, declaraciones de que su causa era común con la de los franceses bloqueadores, no sólo la privó de adhesiones importantes, sino que exacerbó a la opinión tumultuaria, y empujó a todas las clases de la sociedad a que reprodujeran a su vez sus declaraciones de adhesión al gobierno federal y a la persona de D. Juan Manuel de Rozas. Al otro día de la batalla, D. Prudencio Ortiz de Rozas, le escribe una carta a su amigo D. Francisco Serantes. |
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Viva la federación |
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Pocos días después vuelve a escribirle al mismo Serantes una nueva carta, fechada el 18 de noviembre de 1839, pero desde el Puesto del Tuyú: |
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“Viva la Federación
Prudencio Ortiz de Rozas |
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En los días sucesivos a la batalla, el Gral. D. Prudencio Ortiz de Rozas repone en su cargo al Juez de Paz, don Felipe Girado, por lo que el pueblo de Chascomús vuelve a su tranquilidad, Se producen las lógicas detenciones contra todos aquellos que se habían sublevado contra el gobierno con el apoyo de los enemigos de la Confederación Argentina, es decir la escuadra francesa al mando del almirante Le blanc., pese a ello, D. Prudencio decide indultar a una enorme cantidad de sublevados, recibiendo el apoyo de los ciudadanos de Chascomús, como lo demuestra el siguiente documento que suscribieran el Juez de Paz, el Cura Vicario y más de un centenar de ciudadanos federales: |
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¡Viva la Federación!
Excmo. Señor |
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El Juez de Paz y Comandante Accidental, el Cura Vicario y demás ciudadanos
federales que suscribimos respetuosamente nos dirigimos a
V.E.exponiendole sucintamente las razones de conveniencia pública para
solicitar con el mayor empeño la expulsión de este pueblo y su partido,
de los cabecillas y promotores y secuaces del horrendo crímen de
traición y rebelión cometido en este pueblo en los días dos y tres del
que concluye por salvajes unitarios, que habitando en esta jurisdicción
y gozando de consideraciones e influjo en el resto de la población, han
traicionado del modo más infame al Ilustre Jefe del Estado y al mismo
tiempo, la confianza y condescendencia que les dispensaba el vecindario
federal. Hace años, Excmo. Señor, que los vecinos federales de este
pueblo han sufrido, sin cesar, todo género de vejaciones, insultos,
calumnias y aún la más tenaz persecución, dirigida con disfraz y
habilidad por esos jefes infames y traidores, que vestidos con la
máscara lisonjera de federación, y rodeados de un orgulloso círculo de
salvajes unitarios, que por una triste fatalidad se hallaban con influjo
y poder para humillarnos, favorecidos por las buenas relaciones y por la
distancia que los alejaba de la vista de la suprema autoridad. Todo este
pueblo Excmo. Señor es un testigo irrecusable de o que dejamos
enunciado. Las personas, los intereses y también la fama de los
verdaderos patriotas federales ha sido la presa de preferencia sobre que
se han ......de tiempo en tiempo aquellos salvajes para destruir con mas
acierto los fundamentos del orden, las columnas de la suprema autoridad;
para prepararse el camino a la usurpación del poder, cooperando con los
corifeos de la anarquía para lograr la dominación de la patria que les
vio nacer sobre las ruinas de sus fieles hijos. Esta mancha han seguido
constantemente los cabecillas promotores y secuaces de la rebelión en
este pueblo y que con descaro, con furor y atrevimiento ha acreditado
por sus hechos a la vista de todos: Todos ellos con las armas en las
manos han gritado la muerte del tirano Rosas, han asesinado y fusilado
su retrato, han gritado también la muerte de distinguidos patriotas
federales de este pueblo y maltratado a otros, han atentado y
atropellado las casas e intereses de varios federales, y han dado
repetidos gritos de execración contra la patriótica y justa
administración de nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes. Esto y mucho
más han hecho a los ojos de este pueblo, se han manifestado a clara luz,
y si no se les corrige con firmeza, si no se les aleja de la escena
donde fraguaran de nuevo nuevas traiciones, quedaremos expuestos a su
ferocidad y alevosía, y de trastorno en trastorno marcharía la Patria a
su completa ruina. Solo la muerte podrá en ellos la esperanza de
esclavizarnos. Poseídos de la más justa indignación y llenos de ira
patriótica V.E. se dignará dispensar la enérgica manifestación de
nuestros sentimientos, suplicando encarecidamente y con el mayor
respeto, se digne atender con la más detenida consideración las razones
que dejamos expuestas y la petición que con el mayor empeño le
dirigimos, y es que los cabecillas promotores y secuaces, salvajes
unitarios que en Chascomús dieron el grito de rebelión sean expulsados
de su territorio al punto que les convenga, ó que disponga V.E.; único
remedio por que podrá verse este pueblo libre, en lo futuro, de las
asechanzas y males que ha sufrido por abrigar en su seno esa inmunda
plaga.
Dios guíe a V.E. muchos años. Excmo. Señor. |
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Felipe Girado, Juan Carlos Sandoval, Cura Vicario Lucas Balan, Ramón Gorostizu, Antonino Bullinos, Jose A. Linesa. Por D. Elías Girado, Alc.Greg.Espinosa Dionisio Roman. Por el Tte. Alc.D.Juan Cruz, Greg.Espinosa Nicasio Arrascaete. Por el Tte.Alc. José sosa, G. Espinosa Jose M. Castello Lucas Aristegui y siguen las firmas. |
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Por su triunfo en la batalla de Chascomús, D. Prudencio, obtuvo despachos
de General de los Ejércitos de la Confederación Argentina. Cuando el
Gral. Lavalle invade la provincia de Buenos Aires por San Pedro en 1840,
el Gral. Ortiz de Rozas que se halla en Chascomús al frente de los
Regimiento 5° y 6° de Caballería, toma el mando en Jefe de todas las
fuerzas del Sur de la Provincia con los que se aproxima a Buenos Aires
para ir en su defensa si la misma era atacada por el Ejército
Libertador, mientras tanto, el Gral. Lavalle, en conocimiento que iba a
encontrar numerosos enemigos en sus frentes y en sus flancos decide
replegar sus fuerzas.
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“Viva la Confederación Argentina.
Justo José de Urquiza. |
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El Gral.Ortiz de Rozas, el mismo día le contesta: |
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“Viva la Confederación Argentina
Prudencio Ortiz de Rozas. |
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A fines de 1852, se sucede el Sitio de Hilario Lagos, don Prudencio no
interviene en él, pero sí sus hijos, los que una vez terminado el sitio,
son perseguidos. Sus sobrinos Alejandro Baldez Rozas y Franklin Bond
Rozas, sus hijos León y Prudencio huyen al campo, son buscados, los
odios comienzan a crecer, su vida aquí no vale nada, corre peligro. En
un momento se le prohibe salir de la ciudad, la suerte está echada,
rápidamente comienza a vender algunas de sus propiedades:
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Noviembre 24,
1853
Prudencio Ortiz de Rozas |
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A principio de 1854 don Prudencio Ortiz de Rozas con su esposa Etelvina y
sus hijos Basilia, Manuela, Agustina y Pepito, parten rumbo a Europa, ya
no volverá más al Plata. En el mes de febrero se radica en Lisboa,
Portugal, donde compra un palacio, lo amuebla, pero no le sienta lugar,
por lo que decide viajar a España, donde llega a Cadiz, para luego pasar
a principios del mes de abril, a la ciudad de Sevilla, en la dulce y
florida capital de Andalucía es donde se radica.
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Sevilla, Capital de Andalucía
Prudencio Ortiz de Rozas. |
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Compra varias propiedades, una de ellas la más importante, es el Palacio de San Vicente o de Monsalud, una típica casa-palacio Sevillana, construida a principios del siglo XVII por los Marqueses de Villamarín, dicho palacio está ubicado sobre la calle San Vicente, frente a la Iglesia del mismo nombre. Compra varias propiedades más y dos huertas. nuevamente le escribe a su yerno Alejandro Baldez: |
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Sevilla, julio 30 de 1855
Prudencio Ortiz de Rozas |
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Don Prudencio mantiene en Sevilla una vida social muy importante. Su vida
cambia radicalmente, ya no se encuentra en Buenos Aires, ni en Chascomús
donde la pampa es casi infinita, aquí en el palacio tiene varias
doncellas, cocineras, sirvientes y cochero con librea, ya no están los
viejos amigos de la federación, sus amistades entre otras, son los Duque
de Alba, Eugenia de Montijo, el Duque de Montpensier. Su hija Manuela se
compromete con el Marqués de la Concordia. Casi diariamente los jóvenes
pretendientes les cantan serenatas, a los pies de las ventanas del
Palacio de San Vicente, en las perfumadas noches sevillanas.
Es invitado a las fiestas reales, viaja a Madrid, a París, allí conoce a Napoleón III con quién traba amistad. Estando en Sevilla se declara una epidemia de cólera en la que muere gran cantidad de gente. Su hija Basilia le cuenta en carta a sus hermanos en Buenos Aires ”el cólera se ha presentado aquí de un modo espantoso, pero felizmente no ha durado más que un mes, el primer día murieron 500 personas de 1500 atacados y 30 personas de la alta aristocracia, era una cosa horrorosa, en menos de cuatro horas morían, sin alcanzar los auxilios de la religión, por las calles no se veían más que camillas recogiendo los atacados en la calle, cajas de muertos y los padres llevando el santo óleo. En menos de un día salió toda la gente acomodada y me han asegurado que más de 30.000 personas ya se han ido de la ciudad. La vida en Sevilla es de mucho sufrimiento y tristeza, hay menos amistades, la bella capital de Andalucía es linda y encantadora pero Buenos Aires está lejos y en ella ha quedado parte de la familia, a los que ya el Gral. no volverá a ver más. En la noche del 1° de junio de 1857, y tras una penosa enfermedad, muere cristianamente, en el Palacio de San Vicente, rodeado de sus seres queridos, el Gral. Prudencio Ortiz de Rozas de tisis laringea, su hija Basilia en carta a sus hermanas nos cuenta: |
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“Corina querida de mi alma, Catalina y Adela de mi vida, esta triste
carta, me parte el corazón el enviarla, nuestro padre ha muerto como un
buen cristiano, acordándose de todos nosotros y dándoles desde aquí su
bendición ¡pobrecito! Cuánto ha sufrido, que enfermedad tan terrible Hay
Corina que horrorosos momentos! Pero ya no puedo continuar, estoy muy
enferma y las fuerzas me faltan. Tu, Alejandro mío que tan consecuente
has sido siempre con tu pobre prima, a ti te encargo que consueles en mi
nombre a mis pobres hermanas, adiós, tuya de corazón. Basilia |
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La misma Basilia le escribe otra a su hermano León, contándolo también la muerte de su querido padre: |
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León, hermano querido mío. Basilia |
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Al día siguiente de morir se efectuó una misa de cuerpo presente, en la
Iglesia de San Vicente, frente a su palacio, la dieron 65 sacerdotes, 19
monaguillos, 8 músicos y 6 cantores, y tuvo un entierro cantado hasta la
puerta de la Macarena, camino al Cementerio de San Fernando, en donde
fue enterrado ese día. Su cuerpo fue exhumado y vuelto a enterrar en
otra tumba en 1869 y en el año 1872 su familia decide traerlo a Buenos
Aires, donde descansa junto a sus padres, su hermano Juan Manuel y
tantos otros en el viejo cementerio del Norte o de la Recoleta.
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