Don Cristóbal
10 de abril de 1840
(provincia de Entre Ríos)

Desde fines de febrero de 1840, el general Lavalle organizaba en el campamento de Ombú  (Corrientes) un nuevo ejército Unitario. El núcleo de éste ejército estaba formado por, las veteranas legiones que habían desembarcado en Entre Ríos a principios de septiembre del año anterior y las bisoñas tropas correntinas. Las fuerzas de Lavalle, carecían de material de guerra, desde entrenamiento y organización en los cuerpos del ejército y de oficiales preparados en “el arte de la guerra”. Pese a su problemático presente, el jefe unitario decidido igualmente abrir la campaña. Avanzando sobre Entre Ríos, marcharía al encuentro de la escuadra francesa que se encontraba cerca del puerto de Diamante, para proveerse de municiones y víveres que necesitaba con urgencia.

El general Pascual Echagüe – jefe del ejército federal - enterado de los planes de su enemigo, busco impedírselo, avanzando a su encuentro con la intención de presentarle batalla donde lo encontrase. Mientras tanto Lavalle no tenía el mismo plan que su enemigo, trataba de ganar tiempo, con la esperanza de recibir las municiones que tanto necesitaba. A fines de marzo se libraron algunos encuentros aislados entre las vanguardias enemigas. Pero el jefe unitario, a pesar de esto, en su marcha  pudo llegar al arroyo Don Cristóbal, a unos 60 Km. de Diamante, en la noche del 9 de abril.  En este punto encontró al ejército Federal dispuesto a presentarle batalla.

En su avance, Lavalle busco encontrar la mejor posición para enfrentar a los federales. El ejército unitario maniobro hábilmente hasta apoyar su flanco izquierdo en el arroyo Don Cristóbal, lo que obligo al ejército federal a variar su línea de batalla.

 

Orden de batalla

Ejército Unitario - Comandante en Jefe Gral. Juan Galo Lavalle

Legión Vega

Legión López

Legión Vilela

Batallón Salvadores

Batallón Díaz

Total: 3.400 hombres y 2 piezas de artillería

Ejército Federal - Comandante en Jefe Gral. Pascual Echagüe 

Regimiento Ramírez

Regimiento Lavalleja

Regimiento Gómez

Batallón Garzón


Total: 5.700 hombres y 6 piezas de artillería

La Batalla
 

     A las 10 hs. del 10 de abril, el ejército Unitario desplegaba su frente, apoyando – como ya se indico - su izquierda en el arroyo donde Echagüe había intentado apoyarse. Lavalle había desplegado sus fuerzas del modo siguiente: El ala izquierda la integraba el coronel Vega con los escuadrones Yeruá, Maza, Victoria y Cullen; en el centro 2 piezas de artillería, los batallones Salvadores y Díaz y la Legión Vilela; en el ala derecha el resto de la caballería al mando del general López., en total 3.400 hombres. Por su parte, el general Echagüe distribuyo sus fuerzas colocando en su ala derecha – sobre el arroyo Don Cristóbal  - dos divisiones de caballería al mando del general Ramírez; en el centro, 6 piezas de artillería al mando del coronel Thorne y el batallón de infantería de Garzón apoyadas por la división de caballería de Lavalleja. El centro del dispositivo federal estaba a cubierto en la parte más alta de la cuchilla, de modo que los unitarios no podían precisar la ubicación de la infantería y artillería federales; por último en el ala izquierda el cuerpo de caballería del general Servando Gómez, que se apoyaba en la selva de Montiel (Noreste)

     Pero Lavalle no estaba dispuesto a librar batalla, esperaba la caída de la noche o maniobrar de flanco, para ir a proveerse de municiones en el puerto de Diamante. Alrededor de las 17 hs., Lavalle ordenó dar de beber a los caballos por escuadrones, vigilando personalmente dicha operación.

     Este movimiento fue percibido por los piquetes federales, quienes intercambiaban disparos con sus pares unitarios. Los federales avanzaron en número de 1.000 sobre la línea enemiga y a cierta distancia y sin encontrar resistencia, abrieron fuego, masacrando a muchos jinetes unitarios antes que éstos pudieran reaccionar.

     El general López, para enfrentar la amenaza, destacó algunos escuadrones para dispersar a los escaramuzadores enemigos. Una vez expulsados éstos, los regimientos unitarios siguieron su avance. El general Servando Gómez, ordena entonces  detener a la caballería unitaria, contraatacando junto al regimiento de Lavalleja. El choque fue violento, y después de unos minutos de lucha, el cuerpo de López se vio obligado a ceder terreno.

      Lavalle estaba en el extremo izquierdo de su línea – se encontraba allí supervisando el brebaje de la caballería - cuando se inicio la batalla. Viendo el peligro de que su derecha sea envuelta, ordenó al coronel Niceto Vega, que atacase con sus escuadrones la derecha federal. Éste avanzó con los escuadrones Yeruá, Maza, Victoria y Cullen, al mando respectivamente de los comandantes, Montoro, Hornos, Zacarías Alvarez y Baltar.

     Una vez Lavalle se había colocado velozmente en el centro de la línea ordena a la Legión Vilela, apoyase a los escuadrones comprometidos en el ala derecha y seguidamente al coronel Salvadores que con la infantería y la artillería se sostuviese en el centro, para que, en el caso de que la caballería sea superada, les sirviese de apoyo. El general Lavalle comprendió que si cedía su centro, cuando sus escuadrones de caballería eran superados por las cargas de la izquierda enemiga, mientras que en su propia izquierda no lograba ninguna ventaja, la batalla estaba perdida. Echagüe estaba haciendo un esfuerzo supremo, comprometiendo todas sus fuerzas – al igual que hizo en Cagancha -  buscando quebrar la línea unitaria de un solo golpe, y estuvo a punto de lograrlo.

Observando el campo de batalla,  el general Lavalle veía que de un momento a otro, su caballería sería arrollada. Decidió entonces tomar la iniciativa, poniéndose al frente de la reserva con el escuadrón Mayo y la Legión Rico. Así lo describe su ayudante Pedro Lacasa: “El general Lavalle, poniéndose a la cabeza del escuadrón Mayo y la Legión Rico (la reserva), avanzó al gran galope sobre el centro enemigo. Puesto a la distancia conveniente de la línea de Echagüe para ejecutar su movimiento, mandó columna a la derecha y a la altura correspondiente desplegó a la izquierda por retaguardia de la cabeza, variando la base de la línea con su frente al sur, cuando la del enemigo miraba al este. En el intervalo de cinco minutos la división de reserva había variado de posición; caído como un rayo sobre el flanco izquierdo y apoderándose de las carretas y demás bagajes que el enemigo había colocado a quince cuadras a su retaguardia.”

El ataque de Lavalle fue decisivo y sorpresivo, ya que dio tiempo a los derrotados regimientos unitarios, replegarse, organizarse y volver al combate, logrando hacer retroceder a la caballería federal. A pesar de esto, Lavalle no obtuvo mayor ventaja sobre Echagüe que la de tomarle algunas carretas con equipajes y municiones, y rechazar parte de su caballería, pero no mas que esto. La infantería y artillería federal, continuaban en sus posiciones originales, sirviendo de refugio para su caballería que no había sido dispersada.

 La falta de reservas en ambos bandos impidió una rápida decisión de la lucha y la llegada de la obscuridad puso fin a la misma.

     Las pérdidas habrían sido, según apreciación de Lavalle: 150 bajas unitarias, 500 muertos y 1.000 dispersos federales. Pero dada lo encarnizado de la lucha y los ataques unitarios, se supone que las últimas cifras fueron para ambos adversarios (Pedro Lacasa).
 
 

Croquis de la batalla

 
 

Volver